domingo, junio 20, 2010

La opinión pública, El Sufragio y La Democracia.

Cualquiera que sea nuestra tendencia política, todos estamos instintivamente de acuerdo en que la política debe ser conforme a la “opinión pública” este criterio instintivo respetuoso de la opinión publica en palabras (porque siente que detrás de la frase hay una realidad), pero de facto poco respetuoso de ella (porque no se sabe en definitiva que realidad es). Por lo tanto lo que necesitamos definir para orientarnos es, primero, que cosa es eso a lo que se llama “opinión publica”, con la cual una política fecunda debe concordar; si esa “opinión publica” de veras coincide con la “opinión de las mayorías”, si esa “opinión pública”, supuesto que coincida con la “opinión de las mayorías”, puede manifestarse por medio del sufragio; y, segundo, en que principios, en que reglas se asienta, por que procesos se produce esa “conformidad” de la acción de los gobernantes con la “opinión publica”, cual es la verdadera manera en que la interpretan o la sirven, y no solo dicen interpretarla o servirla; como es que se gobierna con ella, de que modo se puede actuar sobre la “opinión”, por que forma o formas se puede despertar, agitar y poner en movimiento.
El sufragio representa, cuando mucho, a la mayoría políticamente organizada, que frente a la mayoría real de la sociedad es una minoría, y, en general, una pequeña minoría. Los resultados de una elección sólo demuestran la organización de los partidos políticos, y como, en general, vence aquel partido cuya organización puramente partidaria deriva de la superioridad de los organizadores partidarios, resulta que los resultados de una elección sólo prueban el poder dictatorial que adquirieron los pocos individuos que son dirigentes del partido vencedor.
Los Independientes a veces se postulan. Pero las elecciones, en las condiciones modernas, son a tal punto una cuestión de organización y de engranajes que un Independiente pocas esperanzas tiene de vencer contra los candidatos nominados por los partidos. La victoria electoral de un Independiente es la cosa más rara de este mundo. La única verdadera influencia, que los Independientes pueden tener, deriva del interés que los gerentes de los partidos tienen en conseguir sus votos.
Donde la opinión pública es fuerte, coherente y rápida, los electores, y sobre todos los elegidos, sienten su presión, y no osan gobernar contra ella.
La Democracia moderna, además de ser probadamente falsa en toda la extensión de sus principios, queda también probada como falsa en toda la extensión de sus procesos. La Democracia moderna es una orgía de traidores.

Justamente por esto es que soy ácrata.
Veo otro camino,
quien quiera conocerlo,
Lo invito a un café.

1 comentario:

Juanita dijo...

No me dedicaba a degustar tu blog desde hacía un considerable tiempo, y pese a lo placentero que fué leerlo antes me es aún mejor observar abrupta y agradablemente cómo ha evolucionado hasta hoy

Y temo que suene desinteresado, pero aunque me encantó el artículo en su totalidad, me decanto por preguntar, ¿Por qué un café? es un detalle que no logro acomodar en mi pequeña mente