Exhaustos del gris, sordos de los gritos que guardan el conformismo, saciados de convencionalismos y agotados de andar junto con la prisa por un camino repleto de huellas gastadas, de protestas que no alcanzan la altura de nuestra rebeldía, nosotros, todos, salimos a la calle a reafirmar nuestra naturaleza, la de seres libres y con una necesidad de expresarnos a través del arte, un arte sublime pero prostituido, visceral, directo, y necesariamente expresado en la calle. Porque nuestra revolución nace del origen, es inherente al ser humano, nuestra revolución es el arte, que es la vida. Somos Terrorismo artístico, pues buscamos provocar terror en esta vida social por definición ordenada, clasificada, disciplinada y absolutamente rutinaria de hoy en día.
Nos afirmamos totalmente legitimados para llevarlo a cabo por medio de nuestras armas estéticas, visuales, sonoras, olfativas, sexuales, táctiles e interpretativas, sin contemplar entre ellas ninguna de carácter estrictamente violento. Como todo movimiento artístico abogamos por una superación definitiva del lenguaje artístico tradicional. Este es nuestro terrorismo. Este es nuestro arte. De entre las ruinas de Madrid, la gran ciudad vertedero, nace el Terrorismo Artístico para perturbar cualquier esquina, cualquier calle y cualquier plaza; pues la calle es nuestro Teatro, nadie debe detenernos a expresarnos en ella.
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